Perdamos la inocencia: las normas se aplican según el color del cristal con que se mira
Escribir una vez más —y ya he perdido la cuenta— sobre la presunta arbitrariedad y falta de criterio de la FIA y sus secuaces a la hora de aplicar las reglas del juego, sus reglas del juego, acarrea padecer entre un ataque de pereza y el temor a morir envenenado. Y es que tiene uno que morderse la lengua, lo que conlleva el mencionado riesgo de envenenamiento, para no expresar lo que opina sin pelos en la lengua por no correr el riesgo de ver este texto no publicado. Quien conoce este blog y a quienes en él opinan, saben bien que no somos de hacer prisioneros y lo nuestro nos cuesta hacer uso de un lenguaje políticamente correcto como se suele definir hoy día a no salirse mucho del redil. De todas formas, pueden buscarme queridos lectores, en redes sociales si quieren para echarnos unas risas a costa de la FIA y sus adláteres.
Pero ahora que empieza el GP de Miami vamos al meollo de la cuestión. Pongámonos filosóficos: